Mi humilde homenaje a los caídos en Malvinas
con
el viento como eterno compañero,
allí
están, unidas y separadas,
lejanas
en el espacio
pero
cercanas en el corazón.
El
cruel invasor allí desembarcó,
de
su territorio con soberbia se apropió,
la
bandera y el idioma les cambió,
pero
la Argentina nunca las olvidó.
Un
día, sus hijos hacia ellas fueron,
con
coraje y por amor,
para
rescatarlas de la ilegal ocupación.
Un
tsunami de sangre y fuego,
de
carne, de metal y de explosivos
sobre
su dolorida tierra corrió.
Nada
de ese sufrimiento alcanzó.
Allí
quedaron, los valientes soldados
que
acudieron en su auxilio,
dueños
de las entrañas
en
que fueron enterrados.
Reclamando
desde entonces,
ser
finalmente liberados,
para
integrar la patria,
en
la fiesta infinita
de
la soberanía recobrada.
© Mirta Mineo - Todos los derechos reservados - Inscripto en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual
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