Este cuento fue seleccionado por Editorial Dunken para formar parte
de la antología "Historias Huidizas"
Adelfa tuvo siempre
fascinación por Lady Di, ¡cómo se emocionó cuando vio el casamiento por
televisión!, ¡un verdadero cuento de hadas! Trató siempre de copiar su peinado
y sus vestidos. También estaba al tanto de sus viajes y presentaciones
públicas. Sufrió con el maltrato del príncipe, se alegró cuando por fin se divorció
de ese tramposo malnacido, festejó que ella tuviera un nuevo amor, se lo merecía,
la pobre. Cuando se enteró de su muerte creyó volverse loca, ¡no era justo!,
ahora que parecía que por fin iba a ser feliz.
Desde entonces sólo tuvo un
deseo: conocer los lugares que Lady Di recorrió en sus últimos momentos.
–¿Te volviste loca? ¡No
vamos a atravesar el océano para que te saques fotos en una demencial
peregrinación por los distintos sitios que visitó antes de morir!
–¡Te juro que si me llevas,
nunca más te pido nada!
Federico, su marido estaba
un poco cansado de sus caprichos, de que siempre prometiera que sería la última
vez y después lo olvidara. A pesar de todo, como él la quería, al jubilarse, terminó
cediendo para evitar nuevas discusiones.
Cuando llegaron a París,
Adelfa parecía presa de una fiebre extraña que la empujaba a ir hasta los
mínimos lugares por donde la princesa había estado, con una insistencia nunca
antes vista. Fueron hasta el hotel Ritz, ella quería sacarse una foto en la puerta,
en la misma pose de Lady Di al salir en esa última noche. Por supuesto que
había un empleado apostado allí para evitar que los curiosos molestaran a los
pasajeros; pero Adelfa estuvo al acecho hasta que en un descuido del hombre,
logró la tan ansiada toma. Su marido suspiró aliviado, ¿qué más difícil que esa
foto?
–¡Vamos al puente del Alma!
¡Quiero ver el sitio del accidente! -continuó Adelfa, saboreando el momento en
que mostraría sus fotos-trofeo a sus amigas, ¡se morirían de envidia!
–¡Tenemos que bajar! ¡Quiero
la foto delante de la columna trece donde chocaron!
–¡Imposible! ¡Es una avenida
de circulación rápida! Si paramos allí nos pasan por encima. Si tanto quieres
una foto con el túnel, asómate un poco por la baranda y te saco señalando la columna.
¡Confórmate con eso!
"Pero si no pasa casi
nadie, ¡siempre el mismo exagerado!"
En cuanto Federico fue a
buscarse un café, dejando a su esposa fotografiar cada centímetro del puente,
ella se escapó y logró encontrar la manera de bajar al túnel.
"Ya le voy a mostrar a
él también que nada es imposible"
Estaba en la grata tarea de
sacarse una selfie delante de la
famosa columna, disfrutando el momento. ¡Esa foto sería la mejor de su vida!,
hasta aprovechó el lápiz de labios para escribir el número trece y que se viera
sobre su cabeza.
Su sonrisa triunfal quedó
plasmada en la pantalla del celular que voló por el aire cuando una van la
embistió a ciento sesenta kilómetros por hora.
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