Este micro-cuento recibió una Mención del Jurado en el concurso de Literatura Fantástica organizado por "Tu concurso literario"
Encontró refugio en un rincón de la
vieja estación de trenes destartalada, abandonada a su suerte por la
desafectación del ramal, que en otro tiempo, tantos pueblos había conectado.
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| Estación De La Canal - Pcia Buenos Aires Argentina (Foto de la autora) |
Para protegerse del mundo, hizo un
círculo con sus libros preferidos, esos que siempre la ayudaron a escapar
de una realidad enloquecedora, mientras la indiferencia de sus prójimos volvía
invisible su rostro, su pesar y su miseria.
Allí vivió hasta que en una helada noche
de invierno, la Muerte la encontró rodeada de sus amados volúmenes, leyendo una
de sus historias favoritas. Sólo le pidió el tiempo suficiente para llegar al
final del cuento. Eran unos pocos minutos, nada más.
A veces, hasta la Gran Dama Negra se
enternece y puede conceder una pequeña prórroga. Aceptó entonces dar curso a la
súplica inocente de esa joven que la miraba sin temor, sin rechazo. En sus
límpidos ojos la Muerte, se vio reflejada y no pudo negarle la única cosa que
ella le pedía a alguien en mucho tiempo.
Cuando al día siguiente encontraron su
cuerpo, ninguno pudo entender cómo esa pordiosera podía mostrar, en el final de
su vida, una sonrisa tan beatífica. Nadie supo, que justo en ese supremo
instante último, antes de abandonar este mundo, ella se reconoció visible para alguien,
aunque ese alguien fuera su propia muerte.
© Mirta Mineo - Todos los derechos reservados - Inscripto en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual
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