domingo, 27 de mayo de 2018

QUERIDO PABLO

Este cuento forma parte de la antología "Cuento dentro de Cuentos"que 
Editorial Dunken publicó en mayo de 2018 como parte de la clínica de Intertextualidad  dictada por Marita Rodríguez-Casaux

Elsa despertó esta mañana con los poemas de Neruda en la cabeza. Siempre le habían gustado esos versos tan trágicos, tan dolorosos.
Miró a su esposo que seguía durmiendo plácidamente.
"Me gustas cuando callas porque estás como ausente". ¡Qué gracioso!
"Estás como ausente", se repitió mientras iba a la cocina a dejar preparadas la cafetera y la tostadora antes de darse una rápida ducha.
"Me gustas cuando callas". Recordó que "el silencio es salud" y no encendió la radio por primera vez en mucho tiempo.
¡Qué placer disfrutar de la tranquilidad ahora que los chicos ya no vivían con ellos! ¡Cuántos años de ruidos, gritos, llantos, música a todo volumen y los "Mamá me olvidé el mapa que necesito para geografía", "tenés que llevarme a patín, hoy la mamá de Guada no puede", "Felipe me empujó y me tiró la leche" y los perros ladrando y corriendo alrededor de todos.
"Me gustas cuando callas", ¡si habrá soñado entonces con disfrutar de ese silencio esquivo! Y Jorge que roncaba y ella que no lograba dormir: los ojos como dos enormes lunas de eclipse imposible, el cuerpo agotado, rogando que el sueño la venciera; pero era inútil.
Ahora, sólo se oía el tintineo de las tazas mientras servía el café antes de despertar a Jorge. Raro. Hoy hubiera querido escuchar algún grito, algún ladrido.
"Porque estás como ausente"
–¡Jorge! ¡Ya está el café!
Las tostadas saltan de la tostadora. El aroma se expande, atrae, tienta y atrapa. ¡Y Jorge que no viene! La manteca y la mermelada ya están en la mesa.
¡Falta el jugo de naranja!
"Me gustas cuando callas".
Hoy parece que Jorge está más remolón que de costumbre. Que de costumbre desde que se jubiló, porque antes nadie lo paraba, era como un dínamo.
"Estás como ausente".
–¡Jorge! ¡Se enfría el café!
Seguro que va volver a decirme de ir al club de los jubilados, a bailar tango el sábado; pero con lo mal que ando de las piernas no quiero hacer papelones.
–¡Jorge! ¡No pretenderás que te traiga el desayuno a la cama! Después, ¿quién saca las migas? ¡Vamos! ¡Jorge!
"Ausente y dolorosa como si te hubieras muerto".
¡No! ¡No puede ser!
–¡Jorge! ¡Jorge!
Elsa lo sacude como poseída mientras siente que las lágrimas la ahogan.
"Como si te hubieras muerto".

–¡Mujer! ¿Te volviste loca? ¿Qué te pasa? ¿Querés matarme? ¡Vas a arrancarme el brazo!
Se quedó con la boca abierta. Los versos de Neruda le habían jugado una mala pasada. Suspiró aliviada. Lo abrazó como si hubiera reaparecido luego de un naufragio.

"Una palabra entonces, una sonrisa bastan y estoy alegre, alegre de que no sea cierto".

 © Mirta Mineo - Todos los derechos reservados - Inscripto en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual

2 comentarios:

  1. Bien narrado y con un ingenio desbordante, Mirta. me encanta. Fuerte abrazo.

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