Este poema recibió una mención especial
en el concurso de homenaje a los marinos
del ARA SAN JUAN, organizado por el
Centro Cultural KEMKEM
zarparon,
con
su bagaje de sueños,
esperanzas
y proyectos.
En
sus lejanos hogares,
madres,
padres, esposas,
hijos
y hermanos
aguardaban,
expectantes,
su
feliz regreso.
En
el muelle
bañado
por el sol,
los
alegres ladridos
de
“Comando”
los
despidieron
augurándoles un viaje venturoso.
Se
internaron en el azul profundo
del
mar que tanto amaban.
Cuarenta
y cuatro corazones
latiendo
al compás de los motores,
se
armonizaban
con
la tarea compartida,
la
camaradería
y
el orgullo de submarinistas
que
colmaban el interior
de
la que sería
su
última morada.
El
ARA San Juan
se
adentró en las profundas
y
heladas aguas
para
nunca más volver.
Allí
quedó con su carga
de
sueños, proyectos
y
esperanzas cuando
los
cuarenta y cuatro corazones
dejaron
de latir al unísono.
En
sus lejanos hogares,
madres,
padres, esposas,
hijos
y hermanos se llenaron
de
dolor, tristeza y desazón.
Ríos
de lágrimas
alimentan
hoy el mar
en
su afán de rescatar
a
los que no regresaron.
En
el muelle
barrido
por el viento,
los
aullidos lastimeros
de
“Comando”
les
rezan un eterno responso final.© Mirta Mineo - Todos los derechos reservados - Inscripto en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual
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