Con este cuento gané el Segundo Premio en narrativa del concurso internacional
"Seleccionados 2020" organizado por el Instituto Cultural Latinoamericano
Así
le decía tía Elvira a Susana ya que, como no le caía bien, no se esforzaba en
recordar su nombre.
En
la escuela todas soñábamos con tener un tapadito como ese, pero nuestras madres
tenían el defecto de ser demasiado prácticas: imposible pagar tanto de
tintorería. Así que no había otro remedio que consolarse con el aburrido
marrón, el clásico azul marino o el poco frecuente, por revolucionario, rojo.
Susana
llegaba siempre impecable y muy oronda con su tapadito blanco. Se lo habían
comprado los padres en los Estados Unidos. Cuando lo mencionaba, usaba ese tono
lleno de mayúsculas que parecía invitar a ponerse de pie y hacer una
reverencia, como una especie de homenaje a tan importante evento.
Un
día tía Elvira no pudo contenerse y le lanzó:
—¿Siempre
usás ese tapadito? ¡Tus padres deben gastar fortunas para mandar a limpiarlo!
—¡No
crea, señora! ¡Es una tela especial que refleja la pureza del alma!
A
tía Elvira casi le da un soponcio. No tanto por la increíble explicación de la
blancura del dichoso tapadito, cuanto por haberle dicho “señora”, a ella, tan
orgullosa de su virginal soltería.
—¡Esta
chiquita me quiso tomar el pelo! ¿Quién se cree que es? Para mí que está algo
“tocada”.
—¡Ay,
tía! ¡No exageres! Fue solo un chiste.
No
había caso. Tía Elvira se quedó con la sangre en el ojo esperando la
oportunidad de poner en evidencia el embuste.
La
ocasión se presentó cuando Susana llegó a casa envuelta en su níveo abrigo. Tía
Elvira, como quién no quiere la cosa, se ofreció a servirnos un café. También
nos preparó tostadas y platitos con manteca y mermelada casera, mientras
nosotras nos poníamos al día con las historias de amor propias y ajenas. Cuando
nos llevó la merienda se salpicó una mano con el dulce y salió a las apuradas a
limpiarse. Estaba tan nerviosa la pobre, que no pudo evitar tropezarse con la
alfombra y apoyarse en el tapadito blanco que colgaba del perchero. La sonrisa
sardónica que se le dibujó en la cara se borró instantáneamente.
—¡Les
juro que vi desaparecer la mancha de mermelada en cuanto se formó sobre la
tela!
—¡No
me vas a decir que quedaste sugestionada con las historias de Susana! Siempre
se inventa alguna. Es muy ingeniosa.
No
hubo caso. Tía Elvira se obsesionó cada vez más con el “misterio” del tapadito.
Nosotros temíamos que la senilidad se estuviera manifestando; pero mamá
sostenía que su hermana siempre había sido muy peculiar.
Una
tarde, no aguantó la tentación. Mientras Susana y yo estábamos en mi cuarto
organizando las vacaciones, tía Elvira aprovechó para ponerse el famoso
tapadito. Fue a admirarse frente al espejo, convencida de que lo haría brillar
como si fuera de plata. Al ver su imagen reflejada, le pareció ver que el
tapadito tenía un tono agrisado.
“Debe
ser esta luz de mierda” pensó enseguida. Automáticamente el tapadito se
oscureció aún más. “Mejor me lo saco y le paso una espuma seca para limpiarlo y
dejarlo como nuevo”.
Cuando
trató de desabrocharlo, los botones se negaron a deslizarse fuera de los
ojales, como si el tapadito rechazara la idea de dejarla en libertad. ¿Se
estaría vengando de su osadía? Más luchaba para desprenderse del abrigo, más se
achicaban los ojales. En realidad, le daba la sensación de que el tapadito todo
se estaba reduciendo. Empezaba a sentir que se asfixiaba.
Volvió
a mirarse en el espejo. Se horrorizó al ver su cara, sus manos y sus pies rojos
e hinchados. Quiso gritar por ayuda. El cuello del tapadito se cerró aún más
cortándole la respiración.
Así
la encontramos: muerta sobre la alfombra de su habitación. El tapadito de
Susana estaba allí, prolijamente extendido sobre la cama de la querida tía
Elvira. ¡Dios la tenga en su gloria!
© Mirta Mineo - Todos los derechos reservados - Inscripto en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual
Hermoso misterio.....
ResponderEliminarA mi vecina le pasó algo parecido....
Pero al revés, el tapado era gris y ella se lo puso, Zas....se puso blanco inmaculado...
Nunca fuimos amigos con ella.
Beso grande
ohhh!
EliminarGracias por tu comentario!
Me alegra que te haya gustado!
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