Este cuento ha recibido una mención de honor en el concurso internacional
"Ensamblando palabras 2018", organizado por el
Instituto cultural latinoamericano
–¡Qué raro, María! ¿Vos llegando tarde? ¿Te
pasó algo? –le preguntó Cintia, mientras fumaban en el break.
–Pasé la noche en vela. ¡Estoy agotada! No sé
cómo plantearle a Matías que nos tomemos un tiempo. Me siento ahogada en esta
relación.
–¿Te volviste loca? ¡Matías te adora! ¿Dónde
vas a encontrar otro que esté tan pendiente de vos como él? ¡Te consiente en
todo!
María se arrepintió de haber tocado el tema
con su compañera de recursos humanos. ¿Qué otra reacción podía esperar? ¡Si era
su mejor amiga! Ella los había presentado dos años antes. ¡Siempre se ponía de
su parte! ¡Ya estaba harta! ¡Por suerte se había guardado unos días de
vacaciones para irse sola en el invierno! Él no podía dejar su nuevo trabajo.
Es cierto que al principio Matías se había
mostrado encantador y considerado, la había conquistado con sus múltiples
atenciones, tomando en cuenta siempre sus gustos y deseos. Con el tiempo, fue
cambiando de manera imperceptible. Iba a buscarla a la salida de las clases de
fotografía o del gimnasio, donde se entrenaba en defensa personal. Todos le
repetían lo afortunada que era, pero ella comenzó a pensar que detrás de esas
actitudes se escondía la necesidad de controlarla y alejarla de sus amistades.
Extrañaba salir de vez en cuando con sus
compañeras del club. Le había insistido para que dejara de entrenar, total si
ahora estaba él para defenderla. Incluso le había hecho algunas insinuaciones
para que cambiara su manera de vestir. ¿No serían las primeras manifestaciones
de violencia de género?
–María, ¿puede venir a mi oficina un momento?
–la voz de su jefe la sobresaltó, esperaba no tener que quedarse a hacer horas
extra.
–Con respecto a las vacaciones que había
pedido, lamentablemente no va a ser posible. Justo en esa fecha tenemos una
visita del Gerente de Internacionales y muchos eventos que preparar.
Ella se sintió desolada. La excusa de las
vacaciones era ideal para pensar tranquila y encontrar la mejor manera de
terminar con Matías.
Ya en su casa, siguió pensando el tema.
Cuando a las diez de la noche él la llamó para ir al cine, con el argumento de
que no había dormido bien, rechazó la invitación. De paso, aprovechó para
pedirle unos días, estaba agotada y le esperaban semanas con demasiado trabajo.
–Pero, María, lo que necesitamos es estar más
juntos. ¡Nuestro casamiento es a fines de la primavera! Al menos reunámonos
para tomar un café y charlar tranquilos frente a frente.
–Bueno, si preferís –cedió ella ya que no
tenía planeado terminar mal con él. Tal vez sería lo mejor, llegar a un acuerdo
amistoso para separarse.
Nunca imaginó las consecuencias de este
encuentro. Fue su último pensamiento mientras volaba sin escalas rumbo al
asfalto, veintidós pisos más abajo. Junto con el estallido de sus huesos, la
sangre fluyó llevándose su vida.
Allá, en el balcón, una sonrisa de triunfo se
esbozó en su boca. Los moretones que él le dejó en los brazos serían la prueba
necesaria para justificar legítima defensa.
© Mirta Mineo - Todos los derechos reservados - Inscripto en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual
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