Caperucita
se dirigía a casa de su abuelita. En un claro del bosque encontró a una anciana
extraviada que llevaba una canasta con manzanas, no conocía el camino a la casa
de los enanos. En eso apareció Pulgarcito que se ofreció a acompañarla pero,
Hansel y Gretel, hambrientos, se habían comido las migas de pan que marcaban el
camino. Llegó entonces a su encuentro un príncipe desesperado, estaba perdido y
se le hacía tarde para ir a despertar a su bella durmiente. Un segundo príncipe
totalmente desconcertado se les unió, no entendía qué había ocurrido pero el
zapatito de cristal que le permitiría descubrir la identidad de su princesa
estaba hecho trizas.
Los
libros de cuentos yacían revueltos al pie de la biblioteca. En un rincón, el
Gato con Botas se relamía los bigotes con gran parsimonia. ¡Al fin había
atrapado al último ratón de Hamelín!
© Mirta Mineo - Todos los derechos reservados - Inscripto en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual
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