La reina pidió ver
los balances del último año. Su ministro, aterrado, no sabía cómo presentarle
el déficit anual, sobre todo porque le había pronosticado un superávit
significativo el año anterior. El PBI había caído estrepitosamente y ella era
capaz de cualquier cosa. Al ver los resultados, la reina furiosa, mandó a sus
soldados a destruir a los culpables. Las hormigas obreras tenían que aprender
la lección y contentarse con su lugar en el hormiguero.
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