martes, 28 de febrero de 2017

SECUESTRADA

Este cuento ha sido publicado por Editorial Dunken
en la antología grupal "GOCE"

Este tipo está completamente loco. ¡Es un enfermo! Me tiene atrapada en esta cueva horrible. No estoy sola, hay muchas aquí conmigo y también hay otras encarceladas en distintos lugares en esta misma casa.
No sé cuántos días pasaron, no tengo noción del tiempo encerrada en esta especie de caja oscura y húmeda, sin ventilación. Me siento desesperada, tengo que encontrar la forma de salir. Seguramente entre todas podríamos lograrlo.
¡Estás loca! ¿Cómo podríamos escapar de aquí? No hay forma. No somos lo suficientemente fuertes. Y no vendrán a rescatarnos. No saben, ni sospechan que él nos tiene atrapadas.
 A mí, nadie me espera afuera, así que prefiero quedarme.
Seguro que a nosotras preferirían no vernos nunca, o sólo nos esperaría odio y malos tratos.
  Yo estoy muy enferma, hace mucho que estoy acá, el moho me está matando, no voy a durar demasiado así que no vale la pena, es más, mejor si no me encuentran.
Ellas tienen razón, pero mi caso es distinto, estoy segura de que Yousef me espera con ansia y estaría feliz con mi llegada.
¡Pobre Yousef! ¡Qué solo y triste debe sentirse! Claro que su nombre real no es Yousef, se llama José pero como le puso a su negocio “El Palacio de Yousef”, naturalmente todos lo llaman así. Pensar que viajó por una semana a comprar algunas mercaderías que le hacían falta y quedó atrapado por la guerra que estalló al día siguiente de su arribo. Sin poder comunicarse directamente, no hay electricidad ni internet allá, logró hacerle llegar una carta a María recién un mes más tarde. Está oculto en las montañas, en una cueva, lejos de todo, junto a dos de sus proveedores conocidos. Algunos niños pueden, cada tanto, transportar alguna carta hasta una estafeta postal.
 ¡María se puso tan feliz al saberlo con vida! Estaba segura de que no le había pasado nada, a pesar de lo que le decían amigos y familiares. Ella hubiera ido a reunirse con él, pero es muy peligroso. Esa gente es muy fanática y no les tiembla el pulso para pasar a degüello a quién consideran su enemigo o enemigo de “la causa”.
 Además está Juan que apenas tiene tres años y, en realidad, la noticia del nuevo embarazo le llegó justo antes de que Yousef se fuera pero ella decidió esperar su regreso para anunciárselo. Por eso tengo que salir, María me encargó esta importante noticia. Y ella misma me dejó en el transporte que debía llevarme a tomar el avión. Podía sentir su emoción en el temblor de su mano y estaba convencida de que al llegar a destino, alguno de los niños lograría atravesar el cerco y hacerme llegar hasta él. Necesita templar su espíritu para resistir y poder volver a los brazos de María.
Pero este loco se interpuso. Fingió conducirme al aeropuerto, parecía tan simpático, tan competente.
 Me raptó y no pude evitarlo. Tampoco las otras pudieron. ¡Somos tantas las secuestradas! Él siente un placer malsano al sabernos en su poder, indefensas, sin posibilidad de escapar.
A veces nos saca de nuestro encierro, de a dos o de a tres y se regodea manoseándonos y estrujándonos contra su cuerpo sudoroso y maloliente. Maldito asqueroso. Lo odio y creo que él lo sabe. También debe presentir mi resistencia. En el fondo sabe que estoy decidida a huir de aquí y cumplir mi misión.
¿Y si fuera demasiado tarde? No. Imposible. Yousef no pudo haber muerto. Tiene que estar vivo y yo tengo que darle mi mensaje.
¡Basta! ¡Con tus ideas locas vas a hacer que se vengue y nos elimine de alguna forma horrible! ¡No tenés idea de lo que es capaz! Estamos aisladas, indefensas. Ya una vez, en un ataque de furia,  encendió una hoguera y lanzó a varias a su fin. ¡Tendrías que haberlo visto cómo se deleitaba mientras lo hacía! No se inmutó con los gritos de sufrimiento y terror que se escuchaban con toda claridad. Estaba sordo a tanto dolor. Mejor que no se entere de tus intenciones o vamos a pagarlo todas nosotras.
Me entristece la actitud de las demás. Están entregadas. No quieren hacer nada. Si nos uniéramos seguro podríamos abrir un hueco y escapar, sola es imposible. Tampoco entiendo bien qué está pasando. Me parece que hace mucho que no lo escucho, que no viene por aquí. ¿Habrá decidido irse y dejarnos libradas a nuestra suerte en este horrible encierro?
Pero, ¿acaso estoy soñando? ¿Será mi deseo de libertad? Creo que se oyen unos ruidos diferentes, como si estuvieran derribando una puerta y volteando los muebles ¿Un milagro tal vez? ¿Vendrán a rescatarnos? ¿Llegaré finalmente hasta Yousef?

Jefe, mire, acá hay más. Quién sabe desde cuándo lo estaba haciendo. Algunas llevan años acá. Son demasiadas, varios miles calculo. ¿Para qué las quería? Ahora se entiende cómo hacía el reparto tan rápido. Claro, se traía a su casa la mayoría de las cartas. 


 © Mirta Mineo - Todos los derechos reservados - Inscripto en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual

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