lunes, 15 de junio de 2020

ALMA DE POETA


Mi humilde homenaje a todos los poetas

Dolor en el alma,
tripas que se anudan,
congoja que aumenta,
angustia infinita
trepando por los huesos.
Un cuchillo corta,
hiere y desangra.
La tensión
toma las riendas,
maneja los dedos,
mueve las manos
que raudas se deslizan
sobre un teclado,
o se aferran a una lapicera,
cual náufrago
a una tabla solitaria
rumbo a la sanación
de las heridas
que solo se alivian,
por un instante,
ínfimo,
que se quiere eterno,
cuando la creación toma forma.
¡Vana ilusión!
Un momento apenas
y la angustia
vuelve a asfixiar
al poeta
obligado a escribir
sin sosiego ni respiro,
sin tregua ni descanso.
Y así será
hasta el final de sus días.

 © Mirta Mineo - Todos los derechos reservados - Inscripto en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual

domingo, 14 de junio de 2020

LA CHICA DEL TAPADITO BLANCO

Con este cuento gané el Segundo Premio en narrativa del concurso internacional 
"Seleccionados 2020" organizado por el Instituto Cultural Latinoamericano

Así le decía tía Elvira a Susana ya que, como no le caía bien, no se esforzaba en recordar su nombre.
En la escuela todas soñábamos con tener un tapadito como ese, pero nuestras madres tenían el defecto de ser demasiado prácticas: imposible pagar tanto de tintorería. Así que no había otro remedio que consolarse con el aburrido marrón, el clásico azul marino o el poco frecuente, por revolucionario, rojo.
Susana llegaba siempre impecable y muy oronda con su tapadito blanco. Se lo habían comprado los padres en los Estados Unidos. Cuando lo mencionaba, usaba ese tono lleno de mayúsculas que parecía invitar a ponerse de pie y hacer una reverencia, como una especie de homenaje a tan importante evento.
Un día tía Elvira no pudo contenerse y le lanzó:
—¿Siempre usás ese tapadito? ¡Tus padres deben gastar fortunas para mandar a limpiarlo!
—¡No crea, señora! ¡Es una tela especial que refleja la pureza del alma!
A tía Elvira casi le da un soponcio. No tanto por la increíble explicación de la blancura del dichoso tapadito, cuanto por haberle dicho “señora”, a ella, tan orgullosa de su virginal soltería.
—¡Esta chiquita me quiso tomar el pelo! ¿Quién se cree que es? Para mí que está algo “tocada”.
—¡Ay, tía! ¡No exageres! Fue solo un chiste.
No había caso. Tía Elvira se quedó con la sangre en el ojo esperando la oportunidad de poner en evidencia el embuste.
La ocasión se presentó cuando Susana llegó a casa envuelta en su níveo abrigo. Tía Elvira, como quién no quiere la cosa, se ofreció a servirnos un café. También nos preparó tostadas y platitos con manteca y mermelada casera, mientras nosotras nos poníamos al día con las historias de amor propias y ajenas. Cuando nos llevó la merienda se salpicó una mano con el dulce y salió a las apuradas a limpiarse. Estaba tan nerviosa la pobre, que no pudo evitar tropezarse con la alfombra y apoyarse en el tapadito blanco que colgaba del perchero. La sonrisa sardónica que se le dibujó en la cara se borró instantáneamente.
—¡Les juro que vi desaparecer la mancha de mermelada en cuanto se formó sobre la tela!
—¡No me vas a decir que quedaste sugestionada con las historias de Susana! Siempre se inventa alguna. Es muy ingeniosa.
No hubo caso. Tía Elvira se obsesionó cada vez más con el “misterio” del tapadito. Nosotros temíamos que la senilidad se estuviera manifestando; pero mamá sostenía que su hermana siempre había sido muy peculiar.
Una tarde, no aguantó la tentación. Mientras Susana y yo estábamos en mi cuarto organizando las vacaciones, tía Elvira aprovechó para ponerse el famoso tapadito. Fue a admirarse frente al espejo, convencida de que lo haría brillar como si fuera de plata. Al ver su imagen reflejada, le pareció ver que el tapadito tenía un tono agrisado.
“Debe ser esta luz de mierda” pensó enseguida. Automáticamente el tapadito se oscureció aún más. “Mejor me lo saco y le paso una espuma seca para limpiarlo y dejarlo como nuevo”.
Cuando trató de desabrocharlo, los botones se negaron a deslizarse fuera de los ojales, como si el tapadito rechazara la idea de dejarla en libertad. ¿Se estaría vengando de su osadía? Más luchaba para desprenderse del abrigo, más se achicaban los ojales. En realidad, le daba la sensación de que el tapadito todo se estaba reduciendo. Empezaba a sentir que se asfixiaba.
Volvió a mirarse en el espejo. Se horrorizó al ver su cara, sus manos y sus pies rojos e hinchados. Quiso gritar por ayuda. El cuello del tapadito se cerró aún más cortándole la respiración.
Así la encontramos: muerta sobre la alfombra de su habitación. El tapadito de Susana estaba allí, prolijamente extendido sobre la cama de la querida tía Elvira. ¡Dios la tenga en su gloria!

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sábado, 13 de junio de 2020

AMANDA QUIERE ESCUCHARTE

Este poema a sido seleccionado por el Instituto Cultural Latinoamericano 
para el audiolibro "Seleccionados 2020"

Quiere escuchar tus gritos,
esos que se retuercen
en un nudo infinito
invadiendo tu garganta,
oprimiendo tu aliento.

Amanda quiere escucharte
también en tus dolorosos silencios
esos que, como puñales,
desgarran tu corazón.

Amanda quiere escucharte.
Quiere escuchar tus denuncias,
tu llanto,
cascada infinita
de lágrimas contenidas
que inundan tu alma.

Amanda es la marea imparable
que empezó tímida,
que hoy ruge y atruena
en un huracán de voces,
que a nadie deja indiferente.

Amanda es una y es todas,
todas las mujeres
que ya no callan
ni gritos,
ni silencios,
ni injusticias.

 © Mirta Mineo - Todos los derechos reservados - Inscripto en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual

jueves, 11 de junio de 2020

OJOS


Este poema a sido seleccionado por el Instituto Cultural Latinoamericano 
para el audiolibro "Seleccionados 2020"

En memoria de Gustavo Gatica, primer joven chileno que perdió ambos ojos 
en la brutal represión mutiladora de los carabineros 
en Santiago de Chile, en 2019.

Ojos que se niegan a ver
la dolorosa realidad.
Párpados blindados.
Para no saber,
para no enterarse,
para seguir al margen.

Ojos que vigilan atentos
que los demás sigan ciegos,
que se contenten
con los espejismos
de futuros venturosos
por siempre postergados.

Ojos que se entreabren
como al descuido,
que atraviesan los velos
de los relatos repetidos.
Que descubren la injusticia
a la que estaban sometidos.

Ojos que acechan embozados
en las sombras,
que buscan el blanco
de otros ojos, los rebeldes,
sobre los que lanzan, inmutables,
su metralla destructora.

Ojos que se escapan
de sus órbitas heridas.
Cavernas dolorosas
que no pueden contenerlos
y lanzan por el mundo
su agónico clamor.

Ojos que ya no están
y que no regresarán.
Desaparecidos.
Destruidos.
Como otros en la historia
que imaginábamos no repetir jamás.


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LA MIMO

Poema seleccionado por Juan Botana para su antologia del Festival de Poesia 2020


Víctima de la brutal represión de los carabineros chilenos 
del gobierno "democrático" del presidente Piñera
Noticias en Red - Un mes sin LA MIMO😢 Daniela Carrasco,... | Facebook




Mujer
            Artista
                        Artista callejera
                                   Artista callejera del silencio
Peligrosa
            Muy peligrosa
Intolerable
            tu reclamo mudo
para los intolerantes
            disfrazados de patriotas
Te llevaron una tarde
            una tarde de noviembre
                        de noviembre de 2019
con tu traje de colores
            tu nariz roja
                        y una lágrima sangrienta
                                   deslizándose sobre tu blanco maquillaje
¡Que la ira de los dioses lance
su rayo aleccionador
sobre las huestes salvajes
que te arrastraron
            que te violaron
                        que te dejaron tu cuerpo
                                   colgado en una plaza pública
                                               para el escarnio
Mujer y artista callejera,
el grito de libertad y justicia
de todo un pueblo
también lleva tu rostro
            y tu nombre: Daniela Carrasco
                        como bandera inmortal
Mujer
            Artista
                        Artista callejera


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